- INVIERNO

El paisaje en invierno es especial. Para ver el cielo, hay que inclinar la cabeza hacia atrás y mirar hacia arriba. Pero a ambos lados del valle se levantan las moles de granito inmortal, que tiene grabada en su fisonomía, la historia del pueblo.

El embalse del pueblo. Las atmósferas de bosques y arboledas suenan ya, definitivamente, a leña vieja. Es el lugar mítico que guardamos en la memoria y en el corazón: será posible y definitivo.

Aquí se respira paz. Una paz profunda. La que las tórtolas que anidan en la zona y planean sobre los páramos saben transmitir mejor que las célebres palomas mensajeras del aire, tan ruidosas y beligerantes. 

Hay historias vastas y remotas, intactas y en silencio. Paisajes rocosos, ecosistemas y comunidades humanas que han mantenido sus raíces íntegras a lo largo de los siglos.

 


Debemos comprobar si la fotografía puede cambiar lo que nos provocan nuestros recuerdos y de manipular nuestra memoria. Una simple imagen puede hacer que algo se nos quede grabado, que cambie nuestra sensación sobre una experiencia o lo que recordamos de ella. 

CRUZ DE ANSOMÁ: ofreciéndonos una espectacular panorámica del terreno sin tener que caminar demasiado. Observarlo al atardecer o incluso cuando las estrellas empiezan a iluminar el cielo, es una experiencia única.

Los árboles se resisten a dejar caer todas sus hojas para no perder el abrigo que les proteja del invierno y a pesar de que tornaron del verde al ocre, aguantarán hasta que la nueva primavera las empuje y sustituya.